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    27 Jun '25

    Campus ATP V – Temperatura de color (TCC): luz responsable más allá del color

    ATP Iluminación analiza cómo la composición espectral de la luz, más allá de los grados Kelvin, incide en el confort visual y en la protección del cielo nocturno

    Lerate (Navarra), iluminación con LED PC ámbar. Una temperatura de color ultracálida integrada en el entorno rural, con mínimo impacto sobre el cielo nocturno.
    Si en la entrega anterior hablamos del Índice de Reproducción Cromática (IRC) como garantía de calidad visual, hoy toca abordar otro de los grandes conceptos de la iluminación: la temperatura de color correlacionada (TCC). Este valor, que solemos ver expresado en grados Kelvin (K), no se limita a describir si una luz es "cálida" o "fría". Su impacto va mucho más allá, desde la estética del espacio hasta la preservación del cielo nocturno.

    Comparativa espectral a 2200 K: el flujo radiante por debajo de 440 nm (azules) en el LED de ATP es un 44,6 % inferior al de otros fabricantes, con un impacto ambiental significativamente menor.
    ¿Qué es la temperatura de color (TCC)?

    La temperatura de color es una medida del aspecto cromático de una fuente de luz. Cuanto más baja es la TCC, más cálida y anaranjada es la luz; cuanto más alta, más blanca o azulada.

    Pero ¿por qué se mide en Kelvin (K), una unidad de temperatura física? Esta escala proviene del comportamiento del radiador de cuerpo negro: un objeto teórico que absorbe toda la radiación que incide sobre él y que, al calentarse, emite luz con un espectro predecible.

    Cartagena de Indias (Colombia). Iluminación exterior con LED 2200 K: luz cálida profunda y alta eficiencia en entorno patrimonial.
    A medida que aumenta la temperatura de este cuerpo hipotético, su temperatura, el color de la luz que emite cambia, pasando del rojo al blanco y finalmente al azul. Las fuentes de luz artificial se comparan con este modelo para definir su temperatura de color correlacionada: no es una temperatura real de funcionamiento, sino un valor de referencia que indica el aspecto visual de la luz.

    TCC (K) / Apariencia visual aproximada

    1800 K / Ámbar intenso
    2200 K / Blanco cálido profundo
    3000 K / Blanco cálido estándar
    4000 K / Blanco neutro

    Este modelo, aunque simplificado, permite clasificar las fuentes lumínicas de manera estandarizada y facilita la comparación entre tecnologías.

    Parque del Agua, Zaragoza. LED 1800 K para una atmósfera cálida y natural con mínima contaminación lumínica.
    Luz cálida ≠ luz responsable

    Aunque pueda parecerlo, instalar fuentes de luz cálida no garantiza automáticamente una iluminación respetuosa con el entorno. El verdadero criterio técnico para evaluar el impacto ambiental de una luminaria es el flujo radiante espectral, especialmente en el rango de longitudes de onda más perjudiciales: por debajo de 440 nm.

    Torre de Fontaubella (Tarragona). PC ámbar y diseño astronómico para proteger el cielo nocturno en entorno Starlight.
    Ahí es donde entra en juego un parámetro clave: el porcentaje de emisión espectral azul. Es fundamental tener en cuenta que una misma TCC puede ocultar diferencias de hasta un 45 % en componente azul según el fabricante.

    Por ejemplo, a una misma temperatura de 2200 K, una luminaria ATP emite apenas un 1,63 % de flujo espectral por debajo de 440 nm, un 44,6 % menos de emisión azul que la misma temperatura de color de otros fabricantes.

    Avenida Carlos III, Pamplona (Navarra). Metrópoli Color a 3000 K: iluminación urbana contemporánea con alto confort visual.
    Radiancia espectral y contaminación lumínica

    La luz azul es la más perjudicial para el entorno nocturno: se dispersa con mayor facilidad en la atmósfera, altera los ritmos biológicos de la fauna y dificulta la observación astronómica. Esta alta dispersión se explica por el fenómeno físico conocido como dispersión de Rayleigh, según el cual las longitudes de onda más cortas (como el azul) interactúan con las moléculas del aire con mucha más intensidad que las largas, provocando un brillo difuso que amplifica la contaminación lumínica.

    Castiello de Jaca (Huesca). LED 2200 K en núcleo rural para preservar la identidad estética y reducir la radiancia azul.
    Por eso, más allá del color aparente, lo que realmente importa es la proporción de luz emitida en el rango de longitudes de onda cortas. No basta con elegir una temperatura de color cálida si no se controla la radiancia espectral de forma específica.

    Así lo explica Andrés Armañanzas, director del Departamento Lumínico de ATP Iluminación: «La temperatura de color puede ser un primer indicador, pero no basta para diseñar alumbrado realmente responsable. Solo conociendo la radiancia espectral podemos garantizar un control riguroso de la contaminación lumínica».

    Lerate (Navarra). Iluminación con PC ámbar en zona de baja contaminación lumínica: mínimo impacto ambiental.
    ATP ha desarrollado una gama de luminarias LED optimizadas con este criterio técnico, minimizando la emisión azul incluso en sus modelos de TCC cálidas y ultracálidas.

    Análisis técnico de los módulos LED de ATP:

    TCC (K) / Flujo < 440 nm / Flujo < 500 nm / IRC
    PC ÁMBAR / 0,01 % / 0,17 % / 58
    1800 K / 0,09 % / 3,34 % / >70
    2200 K / 1,63 % / 7,13 % / >70
    3000 K / 3,93 % / 13,81 % / >70
    4000 K / 5,95 % / 21,13 % / >70

    Luz armoniosa y eficiente: sin renunciar a la fidelidad cromática

    Los avances en tecnología LED han permitido conseguir temperaturas cálidas sin sacrificar percepción. Las luminarias ATP combinan temperaturas de hasta 1800 K con valores de IRC superiores a 70, algo impensable con tecnologías tradicionales como el sodio (IRC ~25). Esto significa que ahora es posible diseñar entornos cálidos, acogedores y armoniosos sin perder calidad visual ni comprometer la seguridad.

    Frente marítimo de Almería. LED 2200 K resistente a ambientes salinos: eficiencia y durabilidad en entorno costero.
    Elegir con datos, no con apariencias

    En iluminación exterior, tomar decisiones basadas únicamente en la apariencia visual del tono de luz es insuficiente. Dos fuentes con la misma temperatura de color pueden presentar composiciones espectrales muy distintas y, por tanto, un impacto ambiental radicalmente diferente.

    La única forma rigurosa de evaluar el comportamiento real de una luminaria es mediante el análisis de su radiancia espectral: la proporción de energía emitida en cada rango del espectro, especialmente en las longitudes de onda más cortas. Este parámetro es clave para valorar el potencial de una fuente para generar contaminación lumínica, ya que las emisiones en el rango azul (< 500 nm) son las más perjudiciales para el cielo nocturno y la fauna.

    Centro histórico de Logroño (La Rioja). LED 2200 K en casco urbano: equilibrio entre conservación visual y control del resplandor.
    Un diseño responsable debe considerar tanto el tono aparente de la luz como su composición espectral. Reducir la componente azul sin sacrificar la eficiencia ni la calidad visual es posible hoy gracias a tecnologías que permiten alcanzar temperaturas cálidas con una reproducción cromática adecuada.

    En Campus ATP seguiremos profundizando en los conceptos clave que permiten comprender el alumbrado exterior desde una perspectiva técnica, responsable y accesible.

    Una temperatura de color ultracálida integrada en el entorno rural, con mínimo impacto sobre el cielo nocturno.

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