La crisis y el recorte de presupuestos amenaza la conservación de nuestro Patrimonio. En los últimos meses, La Catedral de Santiago de Compostela, El Auditorio de Fuerteventura, El museo Arqueológico de Asturias o El Acueducto de Segovia, han sido algunos de los monumentos históricos, arquitectónicos y culturales de nuestra geografía, que no se han encontrado en condiciones óptimas. Según los datos ofrecidos por la asociación española Hispania Nostra, 417 edificaciones a lo largo de todo el territorio español se encuentran en mal estado o en peligro de desaparición.
Las catedrales, monasterios, iglesias, alcazabas, ermitas, basílicas, palacios, castillos, torres, murallas, teatros y resto de edificaciones conservadas durante siglos, muchas de ellas patrimonio de la humanidad, ven cómo el paso del tiempo y la falta de un mantenimiento oportuno, las deteriora sin remedio. Y no sólo a éstas, sino a todas las obras de arte, esculturas, pinturas, joyas y demás reliquias albergadas en su interior.
Una de las causas más llamativa y dañina para todo este conjunto artístico de construcciones y bienes de grandísimo valor, son los problemas de humedad. Los efectos que ocasionan estética, material y estructuralmente son devastadores y origen de incalculables pérdidas económicas, además de patrimoniales.
Miguel Ángel López, Director Nacional de
Murprotec en España, asegura que “Las patologías de humedad en la edificación pueden tener orígenes diversos y son un mal del que no se libran muchos edificios. El problema es que no siempre se detectan, sobre todo si están inhabitados o abandonados, como ocurre con algunas iglesias, castillos o monumentos de nuestro patrimonio. Diagnosticar las humedades para poder solucionarlas es lo más importante porque el paso del tiempo, si no se reparan, dejará en un estado de deterioro muy grave a la construcción”.
Las humedades estructurales, bien sean por capilaridad, por condensación o por infiltraciones laterales, atacan a las edificaciones poniendo en riesgo su fortaleza y solidez. Los materiales con los que están construidas, al humedecerse, producen un desgaste acelerado en cimientos, paredes y revestimientos. Además, de forma prolongada, cualquier objeto, mobiliario o composición, independientemente del material con el que haya sido fabricado, sufrirá las consecuencias de la humedad, ya que ésta precipita su deterioro químico y biológico.
La importancia de conservar nuestro patrimonio arquitectónico al margen de las humedades es primordial. Alertar de cualquier síntoma, ayudará en la detección temprana del origen del problema y facilitará su solución. Las estructuras de estas construcciones, las obras de arte que amparan y el valor artístico y cultural que poseen, son motivo suficiente para impedir su desaparición.